Balagay 02


Confoimidá, confoimidá, que ei ta vivo todavía. Balagay ta vivito como la Vigen de la Aitagracia.

El director de la funeraria llamó a su propio médico de cabecera cuando los tres empleados encargados del embalsamamiento abandonaron la sala entre tropezones, gritos y vómitos. El cadáver de 98 años ocupaba la mitad de la mesa de aluminio, encorvado en espaldas y rodillas, arrugado comoarenque secado al sol. Llamarían a un comando de inteligecia del Ejército Nacional para que se hiciera cargo de guiar la disección.
Qué diablos es eso? Es Balaguer. No tiene órganos genitales y tiene caderas de plástico. Un olor a vinagre y liturgia inundaba el espacio. Cuando le abrieron el estómago encontraron restos de fideos, tres casquillos de una 9mm y pedazos de una tabla de surf. Que no salga de aquí. ¿Cómo va a salir si ya está muerto? Qué no salga de aquí esto, nadie vio nada. Pónganle el mejor traje de los tres que mandaron. O sea que el Doctor Balaguer no era humano después de todo. Así es oficial Ibáñez, ahora lo sabe, ahora no lo sabe. 

Lo voltearon. Una serie de tornillos bajaban desde la nuca hasta el coxis. En una nalga se podía ver un código de barra seguido de una inscripción que decía Balagay 02, Made in... algún país imposible de leer. Las llagas de un siglo habían hecho lo suyo.