Llegaste por degeneración espontánea. Tomaste la pastilla roja pensando
que la azul era Viagra o una pill de ecstasy llamada Facebook. Sentiste alivio
cuando la directora dijo que no tenías remedio. Intentaste escapar por una
calle sin salida. Le diste hasta abajo en cada paridemarquesina. Inventaste
nuevas recetas para no morir de hambre. Jugaste Super Mario 3 y al apagar el
Nintendo buscaste un inodoro verde que te transportara a otro mundo. Caminaste
sin prisa, fumando y odiando el humo que se enredaba en tu pelo. Hiciste amigos
jevitos. Mataste a tus amigos jevitos. Hiciste amigos hippies. Te cansaste de
tus amigos hippies y también los mataste. Te buscaste novio. Cambiaste de
carrera. Te buscaste novia. Te metiste en un trío y nunca antes te sentiste tan
sola. Volviste a casa y al entrar te quitaste los tacos para no despertar a
nadie. Bajaste la discografía de Radiohead y Spinetta. Te diste par de
películas de Bergman. No entendiste nada. Te las volviste a dar. Despertaste a
media noche. Escribiste poemas con rímel en el espejo. Saliste al Mirador a ver
la gente correr. Olvidaste las llaves encima del lavamanos. Rejugaste con
cinco tarjetas de crédito. Descubriste una droga cada fin de semana. Viste
en la resaca un ensayo de purgatorio. Trabajaste horas extras. Te llamaron la
atención por llegar tarde. Falsificaste licencias médicas para quedarte en casa
viendo una serie de doce temporadas. Organizaste un coro a Bahía de las
Águilas y llegó una tormenta tropical. Te pusiste en el gimnasio. Probaste
el softporn amateur. Te dieron veinte follows por día. Soltaste el
gimnasio porque era muy caro. Bloqueaste sin ninguna razón a alguien que te
gustaba. Te hiciste la loca. Jugaste con fuego. Desayunaste figuras
imposibles. Regalaste las flores que te regalaron. Te fuiste. Regresaste.
Tuviste tus dudas. Olvidaste cada contraseña.
Y ahora estás acá.